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La Explanada del Horizonte es una intervención de la arquitecta y paisajista María Fandiño en una zona de relleno con escombros en la que se genera un espacio de encuentro y de disfrute del paisaje en la maravillosa costa de Portecelo, en Galicia.
La propuesta de la arquitecta y paisajista gallega María Fandiño en la Explanada del Horizonte consiste en la regeneración formal y medioambiental de una zona degradada del concello pontevedrés de O Rosal. El objetivo es generar un espacio de encuentro y disfrute frente al océano Atlántico para habitantes, turistas y peregrinos del Camino de Santiago. La intervención crea diferentes espacios para alojar los usos de un modo orgánico: juegos infantiles, zonas para sentarse y admirar el horizonte, aseos, bar y aparcamiento.
El lugar se redescubre mediante la recuperación de la antigua sección, tras la retirada de capas de escombros provenientes de la construcción de la carretera de A Guarda a Bayona construida en la década de los 70. Para ello, Fandiño estudia las lógicas de funcionamiento de los tradicionales sistemas de muros empleados en las zonas de cultivo en pendiente, para conseguir diferentes niveles que se adecúan a los nuevos usos y, sobre todo, al espectacular paisaje.
Como resultado, el proyecto es capaz de articular sutilmente una variedad de espacios que acogen diferentes usos mediante el trabajo con unas líneas de intervención mínimas, en un diálogo constante y respetuoso con el propio lugar. Un paisaje para estar, disfrutar, jugar pasear, mirar…. Una delicia para los sentidos, con la imprescindible puesta de sol.
El proceso en obra, la clave
Además de una profunda fase de análisis y aprendizaje sobre la antropización de este tipo de lugares en pendiente, típicos determinadas partes de Galicia, el punto decisivo de este proyecto estuvo en la toma de decisiones de María Fandiño a pie de obra. La propuesta inicial supo adaptarse a lo que pedía el propio lugar, con la variación y adaptación de los niveles y de las formas de los muros de piedra. De las tres terrazas iniciales, se pasó a cinco niveles.
La vegetación como proceso
El proyecto presta especial atención a restablecer el ecosistema de lugar, recuperando la topografía original y el estado de suelo en un entorno en que la salinidad del mar y la acidez propia del terreno no son favorables. Por ello, se regenera el suelo altamente degradado mediante una cuidadosa planificación de la sucesión de especies. Se inicia con la plantación de diferentes tipos de plantas y árboles que mejoran la estructura y la composición del suelo pero que, con el paso del tiempo y una vez realizada su función, desaparecen. De este modo, la vegetación autóctona de costa empezará a asentarse, con lo que la Explanada del Horizonte quedará integrada en el paisaje.
Premios
La Explanada del Horizonte de María Fandiño ha sido ganadora del Premio ARQUITECTURA 20-21, en la categoría de Sostenibilidad y Salud, otorgado por el Consejo Superior de Arquitectos de España (CSCAE) en 2022, destacando el modo en que el proyecto ha devuelto la dignidad al territorio y sus habitantes a través del diseño de un espacio público.
También recibió el Premio GranDeArea 20-21, otorgado por el Colegio Oficial de Arquitectos de Galicia (COAG) y el Premio internacional de arquitectura y naturaleza Simonetta Bastelli 2020, en su categoría “joven”.
Descripción del proyecto por la autora
El lugar
Protegida a este por la Serra da Groba y abrazada a oeste por el Océano Atlántico, la explanada del Horizonte se erige dominando las vistas sobre la llanura costera. La sección del territorio desciende desde el Monte Torroso por la ladera dejando a su paso un paisaje de bosques de repoblación, masas graníticas con arbustos de bajo porte y una llanura costera fértil producto de la deposición de sedimentos del cuaternario. La antropización de esta llanura dibuja terrazas de mampostería que han permitido su cultivo a lo largo de la historia y pliegan su morfología hasta el encuentro con el mar.
En los años 70’, con la construcción de la PO-552, el Horizonte, punto de reunión en Portecelo, se rellenó de escombros para crear una explanada rompiendo así la sección natural de la costa, bloqueando la escorrentía natural y desequilibrando el ecosistema autóctono. La explanada se consolidó como un espacio vacío, un relleno que se realizó sin entender la ecología sumergida a sus espaldas. Una superficie para ser un lugar de reunión, “una gran explanada” y que, a su paso, borró el código genético del lugar y, por tanto, nunca se consolidó como espacio de reunión.
La intervención
El proyecto trata de recuperar la memoria y de regenerar el ecosistema degradado a través de una herramienta: el propio lugar. Mirando por y hacia el entorno, se estudia la topografía, los drenajes, la vegetación, las proporciones y la materia… se pretende redibujar el paisaje.
Proyectar hacia el paisaje permite a la arquitectura ser obsequiada por la naturaleza. La reaparición de las laxes graníticas que anteriormente coronaban la costa supuso un punto de inflexión: la arquitectura bajó la mirada para mostrar el propio territorio en su máximo esplendor. Lo que se había dibujado muta a medida que avanza la obra, cada roca que aparece se limpia, se dignifica y modifica las trazas del plano.
El paisaje recoloniza el espacio y el proyecto se pliega a su merced. La arquitectura se vuelve invisible, adaptándose a las nuevas morfologías.
La secuencia de terrazas conectadas por rampas y escaleras permite la constante visión al horizonte y su distribución según la intensidad de uso. Pavimentos y muros conjugan las granulometrías del granito para fundirse con la masividad de las laxes, esta masividad contrasta con las estructuras de juegos infantiles, mobiliario y luminarias que se erigen ligeras, flotando sobre la roca. Geometría y topografía se concatenan hasta tocar la cota natural del terreno en una atmósfera donde todo es piedra y sal.
La vegetación
La estrategia de plantación toma conciencia de la salinidad del océano, sus condiciones adversas y la acidez del suelo. La comunidad climácica de la costa atlántica radicaba en el robledal termófilo galaico-portugués: la asociación Rusco aculeati-Quercetum roboris. Teniendo presencia también el robledal Galaico- Septentrional en la asociación Blencho spicantis-Quercetum roboris. Este bosque atlántico, olvidado ya en la memoria colectiva debido a la intensiva explotación por especies de repoblación (eucalipto y pino), se presenta en suelos ácidos formando sistemas complejos: las arbustivas generan asociaciones con los árboles y los estratos tapizantes de forma que equilibran el ph y mejoran la calidad del suelo para poder sobrevivir las embestidas del atlántico, el salitre y la escasa profundidad de suelo.
Actualmente, especies invasoras como el metrosideros excelsa, la acacia auriculiformis y el eucalyptus globulus han monocultivado y empobrecido los suelos. Alejarse de los resultados inmediatos y entender el proyecto como un elemento vivo que se completa en el tiempo es básico para conseguir la resiliencia sobre la cual se establecerá de nuevo el ecosistema.
El proceso de plantación se resume en una sucesión ecológica que incorpora especies que mejoran la estructura edáfica del suelo, especies nodrizas (abedul) que protegen ante condiciones climáticas estresantes a las especies objetivo (roble y alcornoque) y mejoran la composición del suelo. Estas especies están condenadas a desaparecer en cortos períodos de tiempo, para garantizar la salida de las especies objetivo.
Al mismo tiempo, las arbustivas se introducen con baja densidad, con marcos de plantación amplios que permiten a los taludes ser conquistados por la vegetación autóctona de costa gracias a los vientos del sur, así primavera tras primavera observamos cómo el paisaje se mimetiza con el medio, sin riego, sin podas excesivas, permitiendo la putrefacción de especies que alimentan el sustrato. Se regenera un suelo altamente degradado y, con el tiempo, se recupera un paisaje.
El resultado
La atmósfera resultante oscila entre el gris de la montaña y el azul del océano, quietud y movimiento, gravidez y ligereza, amanecer y atardecer. Formas puras que se encastran en el pavimento y se funden con el paisaje colindante. Un paraje para sentir el territorio y sus formas, para sentir la tectónica que emerge del océano hasta tocar nuestros pies.
Autores/as | María Fandiño Iglesias |
Cliente | Concello de O Rosal |
Personas colaboradoras |
Arquitecta Paisajista: Lara del Valle Arquitecta Paisajista: Melantho Theodosopoulou Biólogo Paisajista: Víctor Adorno Aparejador: Pablo Alonso |
Empresas colaboradoras |
CONSTRUCTORA: Construcciones y Excavaciones Pérez. S.L |
Fotografía |
Héctor Santos-Díez y María Fandiño Iglesias |
Fechas |
2017-20 |
Agradecimientos al equipo de Studio Follow (A Coruña) en cuyas instalaciones la entrevista fue fue grabada.