La Iglesia de San Giacomo Apostolo en Ferrara, por Benedetta Tagliabue – EMBT Architects. Sacralizar el material.
La Iglesia y complejo parroquial de San Giacomo Apostolo en Ferrara, uno de los proyectos finalistas de los Premios FAD 2023 en la categoría internacional.
El proyecto es resultado de un concurso celebrado en 2011 que fue ganado por el estudio español Benedetta Tagliabue – EMBT Architects. Se localiza en un barrio periférico y desestructurado de Ferrara, más allá de las vías del tren, y que se desarrolla en paralelo al canal di Burana. El solar se comparte con una anodina escuela infantil de ladrillo y con algunos grandes árboles preexistentes. El primer reto del proyecto es crear lugar, es decir, generar un espacio público con identidad que aglutine a la comunidad. Para ello se tensiona el espacio con la posición y forma del edificio, apartándose de la calle principal para introducir una plaza pública desde la que se accede a la iglesia. El conjunto funciona desde esa línea diagonal, se genera otra conexión desde la escuela infantil y se cierra espacialmente gracias a una serie de alargados chopos.
Una importante cuestión era dar unidad a las diferentes partes del programa, desde lo doméstico hasta lo sagrado, sin que por ello la iglesia y su acceso perdiese importancia o simbolismo. La cubierta es la que da unidad a todo el conjunto, aunque sin una forma reconocible pues es cambiante y escultórica, y que recuerda al Mercado de Santa Caterina (Barcelona, 2004). Sin embargo, aquí su foco generador es el gran lucernario sobre el altar, y desde este punto la cubierta de bóvedas parabólicas se esparce a lo largo de la diagonal del solar según convenga al edificio. La entrada de la iglesia se conforma por la elevación de una de esas bóvedas.
La imagen de la propuesta, según explican desde Benedetta Tagliabue – EMBT, es un gran globo aerostático a medio inflar, apoyado todavía en el suelo, inspirándose en el evento anual Ferrara Balloons Festival.
Mientras, las superficies verticales alternan planos de ladrillo y yeso, acogiendo aperturas de distintos tamaños. Tal es el ajuste de escalas que, sin ninguna ruptura, el edificio asume diferentes tipos de entradas, desde el acceso principal de la iglesia hasta la doméstica de la vivienda parroquial.
Espacio sagrado y texturas
Atravesando las grandes puertas de madera, descubrimos el espacio semicircular de la iglesia. El camino hasta el altar es marcado por una de las grandes vigas de madera suspendidas. Su cruce se sitúa encima del altar, descentrado respeto al gran lucernario circular. Los bancos se ordenan en semicírculos desde este punto. Separados, pero conectados espacialmente con la iglesia a través de diferentes aberturas, encontramos la zona para la pila bautismal y una pequeña capilla para culto diario. En el interior de la iglesia, el ladrillo desaparece y solo quedan desnudos los muros de hormigón gris. La madera gana presencia con diferentes texturas y se emplea en el mobiliario y luminarias. Para el altar se emplea un gran bloque de piedra blanca de Trani casi sin trabajar.
La propuesta de Tagliabue encaja en la definición de Richard Sennet sobre el saber artesanal, sustentado en dar concreción a un material, en reflexionar sobre sus cualidades y, por último, ampliar su significado[1]. En el interior de la iglesia, lo material tiene presencia, pesa y se hace evidente con el uso del hormigón armado y las diferentes texturas de la madera. Nos permiten recorrer con la mano y la mirada, reconociendo su variedad de texturas gracias a la cambiante luz natural cenital. Y todo ello, yendo más allá de lo material, dando a lo contenido, el espacio, un significado sagrado sin perder por ello la escala humana. Reconocemos esta actitud en arquitecturas nórdicas como la Iglesia de San Pedro en Klippan (Suecia, 1966), de Signurd Lewerentz, que, sin duda, Benedetta Tagliabue ha tenido en mente.
La escala está perfectamente conseguida para generar un espacio trascendente, pero en el que la persona no queda olvidada. Todo lo contrario, son los materiales y la manera de usarlos los que ligan el cuerpo al espacio. Los materiales también se anclan al lugar. La gran cruz que vuela sobre la nave provienen del antiguo Ayuntamiento de Ferrara. El ladrillo dispuesto en diferentes texturas conecta casi directamente con los muros de muchos edificios de Ferrara, no solo con el famoso Palazzo dei Diamanti.
El artista italiano Enzo Cucchi ha diseñado la iconografía de la iglesia. A modo de retablo surge una cruz romana rodeada de pequeñas piezas de cerámica de colores que brillan y recuerdan a piedras preciosas. Sobre los muros de hormigón emergen otras grandes cruces de piedra serena gris que parecen ser sostenidas por piezas de cerámica negra. El peso de estos elementos distorsiona el espacio al tener demasiada presencia por color y dimensión. El mobiliario que acompaña al altar ha sido diseñado por el estudio de la arquitecta, combinando diferentes maderas.
Esta propuesta de Benedetta Tagliabue – EMBT consigue ser más que una iglesia. Además del espacio para la oración, crea un lugar que imprime carácter al entorno, incorporando la escuela infantil preexistente, y conforma un nuevo espacio urbano tan necesario en la zona. Todo ello con un control de escala y de materiales que hacen que el conjunto resulte acogedor para las personas, sin por ello renunciar a ser un espacio para el espíritu.
[1] Richard Sennet, El Artesano (Barcelona: Anagrama, 2009) 340-341.
‘SAN GIACOMO APOSTOLO’ IGLESIA Y COMPLEJO PARROQUIAL EN FERRARA, ITALIA
Primer Premio en Concurso 2011
Cliente: CEI Conferenza Episcopale Italiana, Parrocchia di San Giacomo Apostolo, Ferrara
Arquitectos: Benedetta Tagliabue – Miralles Tagliabue EMBT
Artista: Enzo Cucchi
Liturgista: Don Roberto Tagliaferri
Estructura: Studio Iorio, Francesco Iorio
Fase Diseño y Finalización: octubre 2012 – octubre 2021
Área: Iglesia 710 m2 + sala parroquial, aulas y rectoría 873 m2 + paisajismo 600 m2
Coste: 4.400.000 €
Finalista FAD INTERNACIONAL 2023