CCEMx, artefacto arqueológico
Fernando Agrasar repasa la arquitectura del CCEMx en Ciudad de México y las dos exposiciones que acoge actualmente: la muestra de la XII BIAU y la exposición de Luís Úrculo
La sede del Centro Cultural de España en México (CCEMx) forma parte de la red establecida por la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) que cuenta, en el exterior, con 13 centros culturales, 6 centros asociados y más de 100 embajadas.
Situada tras la Catedral Metropolitana de Ciudad de México, la calle República de Guatemala coincide con la vía que partía de la escalinata del Templo Mayor, a unos 50 metros de distancia, en el corazón de Tenochtitlán. En la ordenación que dispuso Hernán Cortés, la manzana situada detrás de la catedral se dividió en diez solares. Un cuarto de uno de ellos lo ocupa la casona del siglo XVI, con fachada del XVII, en la que se instaló el CCEMx. La intensa peripecia histórica del inmueble se detuvo en 1985, año en el que un devastador terremoto la dejó abandonada y en estado de ruina. El Estado Mexicano la cedió a España en 1997 para acoger el CCEMx. La rehabilitación, iniciada e inaugurada en el transcurso del año 2002, fue diseñada por Alfonso Govela, aplicando criterios de mínima intervención.
La nueva ampliación del CCEMx
La necesidad de nuevos espacios fue satisfecha con la adición de un nuevo volumen abierto a la calle Donceles, paralela a Guatemala. Esta ampliación fue encomendada a dos estudios mexicanos: JSª Taller de Arquitectura y Arquitectura 911. En enero de 2012 se inauguró la nueva pieza que, en planta baja se recorre linealmente, conectando las dos calles. Se excavaron dos plantas de sótano en cuyas obras afloraron importantes restos arqueológicos, por lo que el edificio acoge el Museo del Sitio, adscrito al Templo Mayor. La fachada a Donceles se articula en dos volúmenes superpuestos. Las dos primeras plantas igualan la altura del vecino Colegio del Cristo, del s. XVII, con una composición plana y abstracta de hormigón ocre, que dialoga conciliadoramente con su patrón de huecos. Sobre ella y ostensiblemente retranqueada, se eleva un segundo volumen con unas secuencias alteradas de paños de vidrio y jambas abocinadas, hasta alcanzar las siete alturas de un hotel colindante.
Los espacios interiores del CCEMx son duros y sinceros. La transición entre la vieja casona barroca y la ampliación se realiza a través de un robusto hueco de hormigón, que exhibe la independencia estructural entre los dos edificios, y enmarca la visión del espacio dislocado y en movimiento, protagonizado por el juego de vacíos y la posición de las dos escaleras. Recorrer el edificio verticalmente no aporta sorpresas espaciales, pero sí múltiples visiones de interés.
La materialidad de la ampliación del CCEMx es descarnada, de una aspereza y de una sinceridad nada impostadas. Las secciones gruesas, los detalles inacabados y el amontonamiento de instalaciones, accesos y toldos sobre las terrazas lo identifican como un artefacto arqueológico, aflorado en el centro ceremonial de México-Tenotichlan.
Exposiciones actuales
A finales de noviembre, dos exposiciones instaladas en este centro cultural, “Pioneros y Pilotos” de la XII BIAU, en la planta baja de la casona de la calle Guatemala y la deslumbrante “Nunca seré de piedra (ni la misma piedra lo es)”, de Luís Úrculo, en la sala superior del volumen de la calle Donceles, escenifican la múltiple naturaleza del CCEMx, entre capas de tiempo pasado y futuro.